Como les contaba en Instagram, me volví a encontrar con esta carta el sábado casi de casualidad en un tweet viejo y volví a leerla. Se las dejo acá y a continuación pego el link de donde la copié, donde pueden encontrar más info sobre Sergio. Es muy emocionante. Habla del amor a la fotografía pero aplica a cualquier arte y oficio de creación. Habla del gusto y la profundidad, de hacer camino y crecer con la experiencia adquirida.
Abajo copio también otras dos cartas sobre los oficios. Vean que les despiertan, son super jugosas y tienen mucha verdad.
“Miércoles. Lo primero de todo es tener una máquina que a uno le guste, la que más le guste a uno, porque se trata de estar contento con el cuerpo, con lo que uno tiene en las manos y el instrumento es clave para el que hace un oficio, y que sea el mínimo, lo indispensable y nada más. Segundo, tener una ampliadora a su gusto, la más rica y simple posible (en 35 mm. la más chica que fabrica LEITZ es la mejor, te dura para toda la vida).
El juego es partir a la aventura, como un velero, soltar velas. Ir a Valparaiso, o a Chiloé, por las calles todo el día, vagar y vagar por partes desconocidas, y sentarse cuando uno está cansado bajo un árbol, comprar un plátano o unos panes y así tomar un tren, ir a una parte que a uno le tinque, y mirar, dibujar también, y mirar. Salirse del mundo conocido, entrar en lo que nunca has visto, DEJARSE LLEVAR por el gusto, mucho ir de una parte a otra, por donde te vaya tincando. De a poco vas encontrando cosas y te van viniendo imágenes, como apariciones las tomas.
Luego que has vuelto a la casa, revelas, copias y empiezas a mirar lo que has pescado, todos los peces, y los pones con su scotch al muro, los copias en hojitas tamaño postal y los miras. Después empiezas a jugar con las L, a buscar cortes, a encuadrar, y vas aprendiendo composición, geometría. Van encuadrando perfecto con las L y amplias lo que has encuadrado y lo dejas en la pared. Así vas mirando, para ir viendo. Cuando se te hace seguro que una foto es mala, al canasto al tiro. La mejor las subes un poco más alto en la pared, al final guardas las buenas y nada más (guardar lo mediocre te estanca en lo mediocre). En el tope nada más lo que se guarda, todo lo demás se bota, porque uno carga en la psiquis todo lo que retiene.
Luego haces gimnasia, te entretienes en otras cosas y no te preocupas más. Empiezas a mirar el trabajo de otros fotógrafos y a buscar lo bueno en todo lo que encuentres: libros, revistas, etc. y sacas lo mejor, y si puedes recortar, sacas lo bueno y lo vas pegando en la pared al lado de lo tuyo, y si no puedes recortar, abres el libro o las revistas en las páginas de las cosas buenas y lo dejas abierto en exposición. Luego lo dejas semanas, meses, mientras te dé, uno se demora mucho en ver, pero poco a poco se te va entregando el secreto y vas viendo lo que es bueno y la profundidad de cada cosa.
Sigues viviendo tranquilo, dibujas un poco, sales a pasear y nunca fuerces la salida a tomar fotos, por que se pierde la poesía, la vida que ello tiene se enferma, es como forzar el amor o la amistad, no se puede. Cuando te vuelva a nacer, puede partir en otro viaje, otro vagabundeo: a Puerto Aguirre, puedes bajar el Baker a caballo hasta los ventisqueros desde Aysén; Valparaiso siempre es una maravilla, es perderse en la magia, perderse unos días dándose vueltas por los cerros y calles y durmiendo en el saco de dormir en algún lado en la noche, y muy metido en la realidad, como nadando bajo el agua, que nada te distrae, nada convencional. Te dejas llevar por las alpargatas lentito, como si estuvieras curado por el gusto de mirar, canturreando, y lo que vaya apareciendo lo vas fotografiando ya con más cuidado, algo has aprendido a componer y recortar, ya lo haces con la máquina, y así se sigue, se llena de peces la carreta y vuelves a casa. Aprendes foco, diafragma, primer plano, saturación, velocidad, etc. aprendes a jugar con la máquina y sus posibilidades, y vas juntando poesía (lo tuyo y lo de otros), toma todo lo bueno que encuentres, bueno de los otros. Hazte una colección de cosas óptimas, un museito en una carpeta.
Sigue lo que es tu gusto y nada más. No le creas más que a tu gusto, tu eres la vida y la vida es la que se escoge. Lo que no te guste a ti, no lo veas, no sirve. Tu eres el único criterio, pero ve de todos los demás. Vas aprendiendo, cuando tengas una foto realmente buena, las amplias, haces una pequeña exposición o un librito, lo mandas a empastar y con eso vas estableciendo un piso, al mostrarla te ubicas de lo que son, según lo veas frente a los demás, ahí lo sientes. Hacer una exposición es dar algo, como dar de comer, es bueno para los demás que se les muestre algo hecho con trabajo y gusto. No es lucirse uno, hace bien, es sano para todos y a ti te hace bien porque te va chequeando.
Bueno, con esto tienes para comenzar. Es mucho vagabundeo, estar sentado debajo de un árbol en cualquier parte. Es un andar solo por el universo. Uno nuevamente empieza a mirar, el mundo convencional te pone un biombo, hay que salir de él durante el período de fotografía”.
Sergio Larrain, 1982
Este es el link original de donde la copié.
Y acá copio otras dos cartas relacionadas que envió a la revista Fotografías donde aparecieron sus trabajos.
Las saqué de este link.
Ovalle, 11 Oct, 93
Querida Belén,
Me llegó el nº., con las fotos, la del fósforo, y las otras; me dio mucho gusto ver las fotos de Ana Gallardo en ella; va a estar feliz. (…)
(…) Sobre las fotos en el nº este de su revista, las que me gustan más son las de Francoise Núñez, están más logradas.
En general hay mucha “pseudo-foto” no sólo en este número, sino que en todo lo que he visto últimamente. No conocen el oficio, el rigor, como Strand, Weston, o Smith, que es una parte. Ni la geometría; como Cartier-Bresson, o el mismo Weston que es otra parte. Ni la contemplación como Adams. Ni la poesía, como Brassai; son un poco como esa pseudo-pintura abstracta, que manchando una tela, por haberlo hecho en un estado de ánimo exaltado, creen que la cosa está lograda; y no lo está.
Es oficio la foto, como cualquier otro, como carpintería, piano, óleo, etc. Y lo central es tener un buen oficio, al final, puede llegarse a la soltura, como Goya en su pintura negra, eso es el final, cuando ya se tiene el oficio incorporado del todo.
Es rigor lo bueno; siempre, lo otro son cosas infantiles, o pretenciosas, que no dan nada…
La realidad es una maravilla; siempre. Todo es fantástico, pero eso no hace que uno logre captarla, sin un entrenamiento de años.
El dibujo a lápiz, como el de Cézanne, directo y simple, que es muy barato, y lindo de hacer, es un excelente entrenamiento. Dibujar y dibujar, y sólo cuando se haya atravesado el velo del tiempo, cuando uno ha entrado al presente, tomar la cámara.
Luego aprender a enmarcar, con las 2 Ls, en cartulina, en fotos ya tomadas, buscar los encuadres perfectos, luego eso se recorta, y de poco se va incorporando en la visión. También ver los grabadores antiguos japoneses, para ver geometría, y de pintores.
Hacer uno mismo el laboratorio, tener oficio, trabajar en paz y silencio, con sus manos, eso serena y hace entrar en una realidad mas honda, y bonita. ¡Ni un apuro!
Hay miles, millones de máquinas fantásticas, y miles, centenares de miles de fotógrafos, y casi no hay fotos buenas…
Meditar, serenarse, retirarse para tener paz, dan una visión más alta.
HORTICULTURA-OFICIOS-YOGA, lo de los monjes, es lo sano… para recomendar.
Y trabajar los temas que son los del corazón, no adaptarse, que uno pierde el amor por lo que hace… es lo mismo que en el amor, no se puede uno meter en lo que no es lo de uno sin dañar/se.
Cariños, Sergio
12 de oct, 93 Ovalle
Querida Belén,
Sigo con esto del oficio. (…)
Cartier-Bresson habla de que la fotografía es un “petit metier de”, y lo es.
Pero es metier y muchos no lo cultivan, o la mayoría no lo cultivan, sino que con la facilidad de apretar el obturador, y la maravilla de la realidad ante los ojos, creen que la cosas esta lograda. Es como creer que por saber hablar puede escribir poesía como Antonio Machado.
La fotografía como todo arte, es oficio. Oficio es ATENCIÓN, CONCENTRACIÓN, PAZ, PRESENTE, CONTEMPLACIÓN, belleza, orden, geometría, expresión… lentamente conseguida con un trabajo una dedicación completa.
Buen oficio es el de Strand. Publicar un número entero de la revista sobre él y sus métodos de trabajo. Fabricaba su propio papel, etc. Todo lo de él tiene nobleza, paz y calidad, es de los pocos fotógrafos que se sostienen por el oficio. EL CUIDADO EN EL DETALLE. Otra persona con buen oficio es Eugene Smith, también dedicar un número de la revista a su oficio, su forma de trabajar… los dos hacen ellos mismos su laboratorio, cada ampliación… como un grabador.
El oficio es una forma de yoga, yoga es unirse con el todo, entrar en una realidad trascendente, a través de concentrarse en algo real. La MATERIA, (madre), la que desatendemos, maltratamos, no queremos, la obligamos a entrar en formas, para satisfacer deseos, produciendo polución, basura desagradable.
Algo bien hecho, como pueden ser los tejidos de Paracas, en Perú, es tanta la atención que se ha puesto en eso, que aún un trocito de un manto, es una joya, como una acuarela de Klee; eso es oficio. Espiritualizar a la materia. Los caballos de Partenón, en el British Museum de Londres, son otra maravilla, la puerta del sol de Tiahuanaco, los minaretes y esculturas egipcias, la pintura china con pincel y tinta china… por ver lo más alto visual…, en música, Bach, Brahms, los cuartetos de Beethoven… atención por el detalle, concentración de la atención, -EL ARTE ES CORREGIR-, dice mi profesor de pintura, Adolfo Couve, un maestro.
Artesanos serios como Cézanne y Brancusi, una vida de monjes, en sus talleres, es lo único que se sostiene a la larga… CALIDAD ES EL CUIDADO DEL DETALLE… De poco se logra.
No hay apuro, si no existe el tiempo, solo el ahora, eternamente pero este ahora puede tener distintos niveles, diferentes entradas al presente, el UNIVERSO, (no dos versos).
AL FIJAR LA ATENCIÓN EN LA MATERIA, LAS ASOCIACIONES TERMINAN, SE SALE DEL TIEMPO Y DE LAS DIVISIONES, se entra en Dios.
En fin, un viaje por Italia renacentista, fotografiando esculturas, pinturas, dibujos, fuentes, arquitecturas, es otro número de la revista, y escribir sobre el oficio de los renacentistas, no la anécdota de sus vidas, sino el trabajo lento y atento.
Es lo contrario a enajenarse, a la dispersión que los medios de comunicación extienden, es paz y silencio, soledad y trabajo consciente… monjes.
Al hacer laboratorio uno mismo, tiene un interés muy grande, fuera de la concentración de la atención en una cámara oscura, por horas, días, semanas a veces, y el contraste de salir al día, al sol, a la realidad o la noche, luego de haber estado encerrado como un anacoreta en su caverna, en el Tíbet… uno ve, luego de haber estado privado de impresiones visuales por periodos largos.
Basta encerrarse en un closet por un par de horas, para al salir, ver la maravilla de la habitación, o la calle… es el desierto. Lo mismo pasa con el cuarto oscuro. Y lograr los tonos exactos, las tintas ricas, la gradación, dar toda la gama del papel, conocer reveladores y papeles… hasta lograr lo óptimo, es como ser un instrumentalista en música como Cassals, en Chelo, eso es Strand. Weston también hace su laboratorio.
Cariños, Sergio